viernes, 10 de julio de 2015

Obama es Assange con 50 años de atraso


Aqui las tenemos, es como wikileaks pero con 50 años de diferencia...y despues de haber hecho escuchas que seguramente se valieron en acuerdos millonarios...
Talvez este es uno de los pocos motivos para ir a EUA de parte de Dilma, descartando que vaya bajo amenaza por las propias escuchas.

Abrazos,
Santiago

Pd: Tradução abaixo.
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EL MUNDO › OBAMA ENTREGO A ROUSSEFF DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS SOBRE LA REPRESION EN BRASIL

EE.UU., al tanto de todos los crímenes

Los archivos fueron entregados en coincidencia con la reunión de ambos presidentes y muestran cómo Estados Unidos era informado en tiempo real sobre los crímenes que cometía la dictadura en Brasil. Un dossier con 538 cables diplomáticos e informes de Inteligencia.



 Por Darío Pignotti
Página/12 En Brasil
Desde Brasilia
La presidenta Dilma Rousseff, ex prisionera política, recibió de Barack Obama documentos que revelan crímenes cometidos durante la dictadura respaldada por Estados Unidos. El Palacio del Planalto anunció ayer que informaciones sobre desaparecidos, como el guerrillero Stuart Edgard Angel Jones y el diputado Rubens Paiva, fueron cedidas la semana pasada, cuando Dilma fue agasajada por su colega con una cena reservada en la Casa Blanca.
“La liberación de los archivos es fruto del trabajo de la Comisión Nacional de la Verdad que en 2012 solicitó al presidente Barack Obama la desclasificación de documentos relacionados con el período de excepción.”
En el dossier constan 538 cables diplomáticos e informes de inteligencia que estuvieron durante décadas en poder de la CIA, el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa.
“Es interesante ver cómo los órganos de seguridad norteamericanos tenían conocimiento del aparato represivo de la dictadura”, observó el ministro Aloísio Mercadante. “Ellos sabían casi en tiempo real sobre las torturas, sobre quién había sido muerto, sobre quién estaba desaparecido pero no lo informaron a las familias de las víctimas ni a Brasil, que sólo ahora está accediendo a esas informaciones.”
Uno de los papeles desclasificados dice que en 1971 el cónsul norteamericano James Reardon fue informado por la policía brasileña sobre la detención del ciudadano norteamericano-brasileño Stuart Edgard Angel Jones, quien continúa desaparecido desde ese año.
Jones era parte de la organización armada Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, la que en 1969 había secuestrado y liberado con vida al embajador Charles Elbrick, en una la operación de extraordinario impacto político realizada poco antes de la llegada al poder del dictador Emilio Garrastazú Médici. Tras ese rapto, Médici, considerado el mayor carnicero del régimen, endureció la represión en la que cayeron Jones y Rubens Paiva, entre otros.
En febrero de 1976, cinco años después del asesinato de Jones, su madre, la famosa diseñadora de modas Zuzú Angel, abordó personalmente al secretario de Estado Henry Kissinger, que había viajado a Brasil para estrechar la relación “preferencial” con el dictador Ernesto Geisel. La valentía de Zuzú Angel, que desafió a los custodios norteamericanos, fue inútil, pues Kissinger no la puso en conocimiento de los datos que el Departamento de Estado manejaba desde hacía tiempo.
Y lo más inquietante: meses después de haber pedido explicaciones al secretario de Estado, la señora Angel falleció en un accidente automovilístico que podría haber sido un atentado urdido por los servicios, similar a otros que mataron a opositores.
En enero de 1971, efectivos de la Aeronáutica secuestraron al diputado Rubens Paiva, exonerado poco después del golpe de Estado de 1964.
Paiva murió un día después de su captura en una base próxima al aeropuerto carioca Santos Dumond, según lo determinó una investigación de la Comisión de la Verdad concluida el año pasado.
Un telegrama diplomático “confidencial” de febrero de 1971 confirma que la Embajada de Estados Unidos estaba al corriente de lo sucedido a Paiva y mantuvo un silencio a pesar de los ruegos de su viuda e hijos.
“Paiva murió durante el interrogatorio o murió de un paro cardíaco o por otras causas” mientras estaba en poder de sus captores, señala el informe elaborado por funcionarios estadounidenses.
Paiva se había sumado a las filas de la resistencia política asumiendo tareas riesgosas como la de llevar y traer correspondencia a los exiliados en Chile, donde los servicios de inteligencia brasileños desarrollaban una tarea intensa: actividades de espionaje político y represión que se incrementarían con el golpe de Estado de 1973, apadrinado por Estados Unidos y los generales brasileños. Está documentado que Brasil envió refuerzos a Chile para interrogar a conciudadanos presos en el Estadio Nacional tras la caída de Salvador Allende.
Otro de los materiales recientemente liberados demuestra que Washington sabía de los cursos de formación que tomaron al menos 16 agentes chilenos en la escuela del Servicio Nacional de Informaciones, instituto que habría sido tomado como modelo por Augusto Pinochet y Manuel Contreras antes de crear la DINA.
Estados Unidos hizo entrega de los papeles el 30 de junio, en coincidencia con el encuentro entre Obama y Dilma que formalizó la recomposición de relaciones. Rousseff pasó la noche del 30 de junio hospedada en la Blair House, residencia para visitantes oficiales próxima a la Casa Blanca, la misma donde pernoctó el dictador Emilio Garrastazú Médici en convite de Richard Nixon, escoltado por Henry Kissinger. En aquella noche de diciembre de 1971 “Wanda”, alias de guerra de Rousseff, estaba presa en San Pablo, donde permaneció casi tres años.



Esta fue la tercera entrega de papeles solicitados por la Comisión de la Verdad y la primera que aporta precisiones que podrán contribuir al esclarecimiento tanto de operaciones ejecutadas por el terrorismo de Estado brasileño como de su sociedad con Washington. Coincidentemente (o no), las autoridades norteamericanas resolvieron liberar parte de sus secretos siete meses después de entregado el informe final de la Comisión de la Verdad creada por Dilma. Los dos envíos anteriores “tenían papeles que nos ayudaron muy poco para nuestro trabajo, no decían prácticamente nada de importancia”, declaró a Página/12 tiempo atrás María Rosa Cardoso, ex abogada de la presa Dilma Rousseff en los años ’70 y luego miembro de la Comisión de la Verdad.

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A presidenta Dilma Rousseff, ex-prisioneira política, recebeu de Barack Obama os relatórios de inteligência que descrevem os crimes cometidos durante a ditadura brasileira, a que contou com claro respaldo dos Estados Unidos. O Palácio do Planalto anunciou ontem que as informações sobre os desaparecidos, como o guerrilheiro Stuart Edgard Angel Jones e o deputado Rubens Paiva, foram cedidas na semana passada, quando Dilma foi recebida pelo seu colega estadunidense, num jantar reservado na Casa Branca.

“A liberação dos arquivos é fruto do trabalho da Comissão Nacional da Verdade que em 2012 solicitou do presidente Barack Obama a desclassificação dos documentos relacionados com o período de exceção.”

No dossiê constam 538 cabos diplomáticos e informes de inteligência, que estiveram durante décadas em poder da CIA, do Departamento de Estado e do Departamento de Defesa.

“É interessante ver como os órgãos de segurança norte-americanos tinham conhecimento do aparato repressivo da ditadura”, observou o ministro Aloísio Mercadante. “Eles eram informados sobre as torturas quase em tempo real, sabiam de antemão quem havia sido morto, quem estava desaparecido, mas não informavam as famílias das vítimas, e só agora entregaram essa informação ao governo brasileiro”.

Um dos documentos desclassificados diz que, em 1971, o cônsul norte-americano James Reardon foi informado pela polícia brasileira sobre a detenção do cidadão estadunidense-brasileiro Stuart Edgard Angel Jones, considerado desaparecido desde então.

Angel Jones era parte do MR8 (Movimento Revolucionário 8 de Outubro), a mesma organização que, em 1969, havia sequestrado e liberado com vida o embaixador Charles Elbrick, numa operação de extraordinário impacto político realizada pouco antes da chegada ao poder do ditador Emílio Garrastazú Médici. Após esse rapto, Médici, considerado o mais sanguinário dos cinco ditadores que se revezaram durante o regime militar brasileiro, endureceu a repressão, com perseguições a opositores organizados ou não, sendo Angel Jones e Rubens Paiva apenas algumas das vítimas desse período.

Em fevereiro de 1976, cinco anos depois do assassinato de Angel Jones, sua mãe, a famosa estilista Zuzú Angel, abordou pessoalmente o secretário de Estado Henry Kissinger, que havia viajado ao Brasil para reforçar as relações “preferenciais” com o ditador de então, Ernesto Geisel. A valentia de Zuzú Angel foi lida como uma ameaça pelos norte-americanos. Além de inútil, já que Kissinger não entregou a ela os dados que o Departamento de Estado manejava desde a desaparição do filho, o acontecimento foi ainda mais inquietante, foi o falecimento de Zuzú, num estranho acidente automobilístico, meses depois de haver conversado com Kissinger, um fato que levantou a suspeita de que haveria sido um atentado planejado e realizado pelos serviços de inteligência, similar a outros que mataram opositores.

Em janeiro de 1971, soldados da Aeronáutica sequestraram o deputado Rubens Paiva, exonerado pouco depois do golpe de Estado de 1964.

Paiva morreu um dia depois de sua captura, numa base próxima ao aeroporto Santos Dumont, no Rio de Janeiro, segundo o determinou uma investigação da Comissão Nacional da Verdade, concluída no ano passado.

Um telegrama diplomático “confidencial”, de fevereiro de 1971, confirma que a Embaixada dos Estados Unidos estava ciente do sucedido com Paiva, e manteve silêncio, apesar dos pedidos de sua viúva e seus filhos.

“Paiva morreu durante o interrogatório ou por uma parada cardíaca, ou por outras causas”, enquanto estava nas mãos de seus captores, esclarece o informe elaborado pelos funcionários estadunidenses.

Paiva havia sido incorporado às filas da resistência política, assumindo tarefas de risco, como a de levar e trazer correspondência aos exilados no Chile, onde os serviços de inteligência brasileiros desenvolviam uma intensa tarefa: atividades de espionagem política e repressão que se incrementariam com o golpe de Estado de 1973, outra operação apadrinhada pelos Estados Unidos, com apoio também dos generais brasileiros. Os documentos mostram também que o Brasil enviou reforços ao Chile para interrogar os cidadãos brasileiros presos no Estádio Nacional, transformado em campo de concentração após a queda de Salvador Allende.

Outro dos materiais recentemente liberados demonstra que Washington sabia dos cursos de formação ministrados a 16 agentes chilenos na escola do Serviço Nacional de Informações, instituto que foi usado como modelo por Augusto Pinochet e Manuel Contreras para criar a DINA.

Os Estados Unidos entregou os papéis no dia 30 de junho, aproveitando o encontro entre Obama e Dilma, que formalizou a recomposição das relações. Rousseff passou a noite do dia 30 de junho hospedada no Blair House, residência para visitantes oficiais próxima à Casa Branca, a mesma onde também pernoitou o ditador Emilio Garrastazú Médici, em convite de Richard Nixon, escoltado por Henry Kissinger. Naquela noite de dezembro de 1971, “Wanda” – nome código pelo qual Dilma Rousseff era conhecida, estava presa em São Paulo, onde permaneceu por quase três anos.

Essa foi a terceira entrega de documentos solicitados pela Comissão Nacional da Verdade, a primeira que traz precisões que poderão contribuir ao esclarecimento tanto de operações executadas pelo terrorismo de Estado brasileiro como de sua cumplicidade com Washington. Coincidentemente (ou não), as autoridades norte-americanas resolveram liberar parte dos seus segredos sete meses depois da entrega do informe final da Comissão Nacional da Verdade criada por Dilma. Os dois envios anteriores “continham papéis que nos ajudaram muito pouco em nosso trabalho, não diziam praticamente nada de importante”, declarou a Página/12, meses atrás, a advogada Maria Rosa Cardoso, que representou Dilma Rousseff nos Anos 70, e que logo foi membro da Comissão Nacional da Verdade.

Tradução: Victor Farinelli

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