viernes, 1 de diciembre de 2006

Ciencia después del “Progreso y la Ciencia”

Ha dicho alguna vez Theodor Adorno que «escribir poesía después de Auschwitz sería un acto barbárico», y algunos pensadores se plegaron a esta afirmación parafraseándolo y diciendo que «hacer ciencia después de Hiroshima sería un acto barbárico».
Un tiempo antes, Brecht decía en su “Galileo” que «¿podemos negarnos al pueblo y al mismo tiempo seguir siendo hombres de ciencia? Los movimientos de los cuerpos celestes son ahora más fáciles de calcular, pero los pueblos todavía no pueden calcular los movimientos de sus señores. La lucha por medir el cielo ha sido ganada, pero las madres del mundo siguen siendo derrotadas día a día en la lucha por conseguir el pan de sus hijos. Y la ciencia debe ocuparse de esas dos luchas por igual».
Después de Hiroshima somos fatalmente «posmodernos», porque se rompió de forma definitiva la ilusión de la ciencia como motor positivo de progreso (la ideología positiva de la modernidad quedó truncada) o como algunos autores sostienen: «vivimos en una modernidad inconclusa». No obstante, las corrientes “posmodernas”, en su mayoría, tienen una actitud un tanto confusa frente a la actividad científica, reduciéndola a mera construcción de discursos, es decir el científico construye la naturaleza y los hechos, a través de retóricas fuertes y débiles (Bruno Latour), o los científicos son contadores de inventos e historias y no se encuentra diferencia alguna entre aquellos y los astrólogos o chamanes (Paul Fereyabend) o la ciencia posmoderna se aparta de la búsqueda de las regularidades, y es ante todo búsqueda de lo inestable, de lo inalcanzable (J.F. Lyotard).
Hemos dicho que Hiroshima es un mojón que divide épocas, pero la división que traza a grandes rasgos es la de un compromiso diferente de quien hace ciencia, es una división axiológica en la historia, y no la de un relativismo a cualquier coste porque todo es lo mismo y no se puedan trazar valoraciones. Tenemos cierto convencimiento de lo que propone Brecht «la ciencia debe ocuparse de esas dos luchas por igual».

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