lunes, 1 de noviembre de 2010

Buena Ciencia y malas aplicaciones


El gran postulado de esta filosofía es que la «ciencia» es cultural, social y políticamente neutral. (...). En otras palabras, la ciencia en cuanto tal, nada tiene que ver con el dominio de los valores. Es sólo el uso que se hace de ella lo que la convierte en buena o mala, uno de los lemas fundamentales de todos los defensores del cientificismo, sean de izquierdas o de derechas. La «ciencia» es intrínsecamente pura, sólo sus utilizaciones pueden ser impuras.
Así Joe Metzger cita favorablemente una conferencia de Roux sobre Ciencia y cultura humanista, «En general, son ciertas aplicaciones de la ciencia y no la ciencia misma lo que está en tela de juicio». Tranquilicémonos. Si se producen errores, éstos nada tienen que ver con la naturaleza de la ciencia, (es decir de la ciencia occidental). Un director de investigaciones en el CNRS, Paul Caro, desarrolla la misma concepción de la ciencia «Es una maquina, no se puede juzgar su acción, todo depende del uso que hacemos de los órganos que crea para nosotros» (Le Monde Domingo, 24 de febrero de 1980). En cuanto a Jean Hamburge, su razonamiento es análogo. Hay que considerar como neutrales (declara en su libro "Demanin, les autres", Flammarion, 1979) no solamente el progreso científico sino también el progreso técnico, puesto que constituye un error «"confundir el progreso científico o técnico con el uso que se hace de él". O también, "No, lo inhumano no es la ciencia, ni siquiera la tecnología, sino como los hombres las utilizan».
Este punto de vista parece particularmente audaz, pues el progreso técnico significa por ejemplo la producción de armas más perfeccionadas y eficaces. Habría que admitir pues el hecho de poner a punto nuevas bombas y nuevos cohetes, granadas y nuevos gases de combate, etc., nada tiene que ver en si mismo con su utilización posterior.
El progreso técnico es neutral, como dirían los auténticos científicos, en el fondo de una variable independiente. De lo que se deduce que la sociedad, no está verdaderamente implicada en el desarrollo tecnológico. Éste sigue su camino de manera autónoma. Produciendo indistintamente vacunas y «sueros de la verdad», bombitas y dispositivos electrónicos diversos, técnicas de condicionamiento y aviones supersónicos, centrales nucleares y ordenadores, abonos y submarinos atómicos. Lo único que socialmente suscitaría algunos problemas, sería el modo de utilización.
Reconozcamos que esta filosofía puede presentar argumentos. Y hacer valer, por ejemplo, que los numerosos cientificos y técnicos que crearon las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki eran sólo los agentes neutrales del "progreso científico y técnico". Ellos no pidieron que las bombas se utilizaran, pero ocurrió, fue porque así lo decidieron los políticos. Así pues, si se apreciara en este asunto algún error o falta, seria a estos últimos a los que habría que hacer responsables (Para simplificar, dejo famosas cartas que Einstein envió a Roosevelt en 1939 y 1940).

Por mi parte, considero que esta manera de plantear el problema engendra una temible confusión. Si se trata de decir sólo que los científicos y los técnicos, en tanto que individuos, carecían de "malas" intenciones, estoy de acuerdo. Pero creo que el fondo de la cuestión está en otra parte. No concierne tanto a las subjetividades de ciertos individuos, como a la significación misma del "progreso científico y técnico". Ahora bien, el argumento de las malas utilizaciones lleva sobre todo a disimular las conexiones existentes entre este progreso y el desarrollo social, considerado en su conjunto. Se mire como se mire, resulta artificial hablar de la ciencia y de la técnica, como si fueran trascendentes a la sociedad, como si obedecieran a una especie de lógica interna totalmente independiente de los factores externos (es decir, económicos, políticos, culturales, etc)....


"no solo la ciencia y la técnica están en la sociedad, sino que la sociedad está presente en la empresa científica y técnica"

Pierre Thuillier